Desde hace algún tiempo, storytelling es una palabreja que suena y resuena dentro del mundillo del marketing, e incluso fuera de él. Estamos muy acostumbrados a lo que realmente es, pero como somos humanos, tenemos la necesidad de poner nombre a todo lo que hacemos y decimos. Hoy lo que quiero es arrojar un poco de luz sobre este concepto cada vez más presente en nuestras vidas y en nuestro mundo profesional, y que sin apenas darnos cuenta se ha introducido en nuestras vidas hasta ser prácticamente cotidiano.
Pero… ¿Qué es el storytelling?
Literalmente, es el hecho de contar historias. Cada pequeño negocio, cada profesional… tiene una historia que contar. Cada empresa se erige como protagonista de su propia historia, y si además ésta sirve como gancho para que nos conozcan, ¿y por qué no? para que nos quieran, hemos cumplido nuestro objetivo, que al final es compartir la magia de lo que hacemos.
Eso sí, en un mundo saturado de información, de historias, y de vídeos que se incrementan por miles cada segundo, no todo vale. Cada segundo de nuestra historia cuenta, y es imprescindible y definitivo para conectar y llegar al corazón de los usuarios. Para ello, el tono, el lenguaje y los valores que transmitamos serán vitales; además, claro está, de una historia cuyo eje nos enganche, nos haga reir, nos motive, nos emocione, nos implique. Por supuesto, ello no es tarea fácil. Eso sí, una vez que entremos en el corazón de alguien, será difícil salir de él.
El patito…
Una de las muestras más recientes la vemos en el spot de promoción de Disneyland – «Donde los sueños se hacen realidad». Todos nos hemos derretido del patito que adora a Donald y que quería ser como él. ¿Quién no lo ha comprendido? ¿Quién no ha empatizado? Nos han puesto a prueba nuestra ternura y no nos hemos resistido.
¿De qué tratan esas historias?
Cómo somos: Qué hace nuestra empresa, cuál es nuestro carácter, cómo es el día a día… Cómo es nuestra empresa cuando nadie nos ve, qué hay detrás del escenario. A menudo nos interesa ver las entrañas de aquello que nos interesa, generándose de este modo mayor sensación de transparencia, humanizando la marca, y haciéndola más cercana.
Lo que nos motiva: Por qué hacemos lo que hacemos y del modo que lo hacemos. Una fórmula infalible para compartir nuestra visión, nuestro modo de ver el mundo, y lo más importante, lo que nos hace especiales y nos diferencia de las cosas (productos y servicios en última instancia) que ofrecen los demás.
Las dificultades: Nos encantan las historias de superación, ¿y qué empresa no ha atravesado baches y ha superado duros contratiempos? La superación, al fin y al cabo, es uno de los aspectos de la vida que más nos atraen y que más nos involucran.
Los comienzos: En relación a las dificultades tenemos la expresión de cómo comenzó todo, cómo fueron los inicios de nuestra actividad o empresa. La idea, la puesta en marcha, el rodaje, etc.
La moraleja: El fin último, el mensaje, lo que aprendemos de la historia. En definitiva, el colofón que hará que funcione.
Y no olvidemos algunos de sus beneficios…
Los recordamos con facilidad: Y eso, simplemente, es porque nos llegan. No se trata del concepto suelto de la publicidad que se ha estilado durante décadas, ¡son historias! y como tal, tienen un hilo conductor y un mensaje que a menudo nos engancha.
Dan confianza: Al mostrar lo que de otra forma no veríamos, generamos mayor conexión y despertamos la empatía al otro lado de la pantalla.
La vida, las personas: Ponen en el centro a las personas, a las experiencias…y eso es lo que nos lleva a la marca, a entenderla, a quererla. Nos acerca a un ente frío como una empresa y reconocemos que está viva, en continuo movimiento y en continuo crecimiento para ofrecernos lo mejor.
Emocionan: Y somos seres emocionales.
Y sobretodo, ¿a quién no le gustan las historias?
Y algunos ejemplos más:
Johnnie Walker – «The Man Who Walked Around The World»
ING – «Hoy es un día especial»
KAS – «El último deseo de Marcos»
Y en tu caso ¿cuál es tu historia?
¡Nos vemos muy pronto!
Lolagico 